El mundo independentista catalán está agitado. Lleva un mes así. El president Quim Torra ayuda a mantener vivo este estado de cosas. Su estrategia, que es la de Carles Puigdemont huido a Bruselas, es la estrategia de la tensión, del enfrentamiento, de no dar tregua al estado español.
La tensión no se vive en la calle, pero sí que penetró en el Parlamento donde Ciudadanos montó una bronca a raíz de los vítores y aplausos dados a los presos y a los CDR encarcelados por parte de los independentistas. Para un independentista, que los CDR encarcelados sean terroristas es falso y un montaje, y por lo tanto piden su libertad.
Esquerra Republicana, que siempre ha condenado la violencia, se ha visto involucrada en este “totum revolutum” de presos. Pere Aragonès no aplaudió ni pidió la libertad de los presos del CDR en el último pleno del Parlament, y condenó con decisión la “violencia, venga de donde venga” el pasado fin de semana en la reunión de su partido. No todos están de acuerdo con sus palabras, porque, dicen algunos, hay violencias y hay violencias, no todas son iguales.
Como es habitual, del seguimiento y de las confesiones de los CDR en la cárcel van saliendo día a día trocitos de las investigaciones realizadas. Ahora resulta que los detenidos no son CDR, sino una escisión, un comando específico que se llama ERT (Equips de Resposta Tàctica) vinculados a los servicios de espionaje de la Generalitat. Estaban controlados desde hacía año y medio. Es más, estoy convencido que tenían más de un topo que iba pasando información a la Guardia Civil. Además, parece que se quiere implicar al mismo Quim Torra con los encarcelados. De Quim Torra y de Puigdemont se puede esperar cualquier cosa.
Ahora se espera la sentencia, y se pueden dar tres casos, según se desprende del mundo independentista:
1.- Sentencia dura: 15 años o más. Gran ruido callejero y gran agitación, con huelga general (vaga de país). Veremos hasta dónde y cuánto dura.
2.- Sentencia media: entre 8 y 15 años. “Seguiremos la lucha para liberar a los presos”, “ho tornarem a fer” (lo volveremos a hacer), etc. Manifestaciones y huelga.
3.- Sentencia baja: menos de 8 años. “Ho tornarem a fer”, etc., pero todo más calmado. Derrota de Puigdemont y Torra que buscan el encontronazo.
Vaya por delante que el movimiento independentista no es un movimiento violento. Sin embargo, la creación de los CDR ya fue una vuelta de tuerca camino hacia actitudes menos pacíficas. Incluso violentas. Y quien con fuego juega al final se quema. Que se lo pregunten a los vascos. Fácil es empezar pero muy difícil es apagar el fuego.
Por otro lado, lo que el Parlament aprobó la semana pasada, hay un punto que jamás debería aprobar un gobierno: la desobediencia civil. Si los catalanes deciden no pagar impuestos, ni multas, ni tasas, ni cumplir con las normas del Derecho Civil… ¿qué clase de sociedad tendríamos? ¿cómo hacer respetar las propias órdenes?
También pedir, por mayoría parlamentaria, que se vaya la Guardia Civil es un brindis al sol, porque mientras Catalunya sea territorio español allí estarán los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, como manda la ley de seguridad.
A veces parece que los políticos catalanes independentistas se han vuelto un poco infantiles. Piden lo imposible. Saben que no se les concederá. Pero al menos que conste por escrito. Y mientras tanto, el gobierno catalán no gobierna, pero monta numeritos.